Conducir en invierno supone hacer frente a varios desafíos en la carretera, desde zonas resbaladizas hasta condiciones adversas que limitan la visión. Por eso, es importante que el conductor adapte su manera de conducir para prevenir riesgos al volante. Veamos qué recomendaciones hay que tener en cuenta para conducir de forma segura en invierno, tanto con nieve o hielo, niebla, lluvia o viento.
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Conducir en invierno de forma segura
Las condiciones climatológicas en invierno implican tener que enfrentar situaciones de mayor peligrosidad en la carretera. No obstante, con la precaución adecuada y aplicando las medidas necesarias, es posible conducir de forma segura. A continuación, vemos qué recomendaciones hay que tener en cuenta al volante, en función de si nieva, hay niebla, lluvia o viento. ¡Toma nota!
Conducir con nieve o hielo en invierno
Generalmente, en estos casos, la carretera se encuentra resbaladiza, por lo que la conducción debe ser delicada y precisa. Cuando el asfalto está helado, la adherencia de los neumáticos se reduce, por lo que lo más recomendable es evitar pisar el freno y utilizar marchas cortas, de modo que sea el propio coche el que regule la velocidad. En este sentido, al conducir con nieve hay que tener presentes dos tipos de situaciones que podemos encontrar:
- Si se trata de pendientes ascendentes, será necesario acelerar lentamente, utilizando marchas largas. El uso del embrague también debe ser suave y, en cualquier caso, es importante evitar los movimientos bruscos.
- Si hay pendientes descendientes, se debe actuar a la inversa: utilizar marchas cortas para evitar pisar el freno.
Conducir con niebla
La niebla es la condición que más molesta a la hora de conducir, ya que reduce la visibilidad y esto puede incrementar la inseguridad y la angustia en el conductor. Cuando la niebla se interpone en la carretera, es importante asegurarse que el resto de coches ven el vehículo, por lo que utilizar las luces de cruce y las antiniebla es una buena solución. Y es que, a pesar de que se tiende a creer que poner las luces largas hace el recorrido más visible, sucede el efecto contrario. Realmente, estas luces hacen efecto espejo, por lo que disminuyen aún más la visibilidad del conductor.
Por otro lado, la velocidad pasa a segundo plano. Es importante conducir suave y lento, evitando movimientos bruscos, ya que con la humedad de la niebla los neumáticos pierden adherencia en el asfalto.
Conducir con lluvia
Al conducir con lluvia se debe tener en cuenta el aquaplaning, un factor que ocasiona una pérdida de adherencia en los neumáticos y, como consecuencia de ello, el coche puede resbalar fácilmente. Con lo cual, si se debe atravesar una zona con estas condiciones, es importante sujetar el volante con fuerza, así como evitar pisar el acelerador y el freno para no perder el control del vehículo.
Como el nivel de adherencia es menor, el frenado es más lento. Por ello, la distancia de seguridad entre dos vehículos deberá ser la adecuada para garantizar la seguridad de ambos.
Conducir con viento
Sujetar el volante con firmeza y reducir la velocidad son las bases para conducir de forma segura con viento. En este caso, además de respetar la distancia de seguridad con el vehículo de delante, también es importante respetar la distancia lateral, especialmente al realizar un adelantamiento.
Además, conducir a altas revoluciones ayudará a atravesar las ráfagas de viento más intenso, ya que el motor también se encargará de empujar el vehículo.